Un oro panamericano inolvidable
Por Tito Norte, Premio Nacional de Periodismo Deportivo.
Mi desempeño en medios de comunicación me permitió asistir a tres Juegos Panamericanos: Ciudad de México 75, San Juan de Puerto Rico 79 y La Habana 91. No eran los mejores años de nuestro deporte. Baste señalar que en el primero Chile sumó solo dos bronces en el peor saldo de su historia en esta justa. En San Juan se mejoró, pero el oro fue uno solo: persecución por equipos en ciclismo.
Curiosamente, esa prueba a poco de realizar se suspendió por lluvia. “Hasta el día siguiente”, anunciaron los organizadores, pero como se vislumbraba otro aguacero, cambiaron y se efectuó solo horas más tarde con oro para los nuestros: Vera, Tormen, Aliste y Muñoz. Sin embargo, el triunfo lo vieron solo los pedaleros y sus técnicos. Ningún medio nacional. Con decir que el cuarteto tuvo que simular y repetir pasajes de su actuar horas después para que los reporteros gráficos chilenos pudieran enviar algún “testimonio” a los medios…
Tampoco fueron pródigos en preseas de oro los Juegos siguientes. En Indianápolis, el atleta Emilio Ulloa y en Caracas, el balista Gert Weil fueron los únicos que aportaron. Por eso, en mi viaje a La Habana confiaba en ver a algún deportista nuestro en lo alto del podio. Weil era el gran candidato, pero como yo solo iba como colaborador de La Nación, mi colega titular optó por asumir esa cobertura y me dejó en libertad para que escogiera otro deporte con presencia nacional.
Por esas cosas de Dios, opté por el patín carreras. Me dirigí al patinódromo y al acercarme a la tribuna de prensa, mi colega argentino Eduardo Alperín me recibió a los gritos: “Mirá, Tito, el chileno ya ganó… Se arrancó en la primera vuelta. No lo pilla nadie…”. Y fue cierto. Francisco Fuentes hizo la gracia con un giro de ventaja hasta cruzar la meta de la prueba larga. Un oro impensado.
Poco demoré en llegar a la pista a felicitarlo. Un emocionado abrazo. Tenía la suerte de conocerlo. Para los Juegos Sudamericanos de Santiago, -Odesur, en ese entonces- de los que fui subjefe de Prensa, nos ayudaron alumnos de la Escuela de Educación Física de la universidad San Alberto Hurtado. Uno era Pancho, quien con su conquista inició el triunfal camino dorado del patín carreras en este nivel, que siguieron después Marcela Cáceres, Emmanuelle Silva y María José Moya.
Para mí, la alegría de ver a un chileno auténtico como indiscutido campeón continúa siendo inolvidable. Te sigo agradeciendo, Pancho.