Una realidad diferente

Un pionero de lujo

Por Tito Norte, Premio Nacional de Periodismo Deportivo.

A sólo días de Santiago 2023, mis recuerdos para mi primera experiencia panamericana hace ya casi medio siglo. Fue en Ciudad de México en marzo de 1975. Era la séptima versión de la competición de América toda, si bien las representaciones de países fueron solo 33 en parangón con las más de 40 que han marcado presencia en las últimas versiones. Y ni hablar de las especialidades deportivas: únicamente 19 en llamativo contraste con las ´más de 40 actuales. Cifras que hablan del sostenido crecimiento de esta justa a tono con la evolución deportiva del olimpismo en el mundo.

Es difícil un parangón con esos datos. Por lo demás, nuestra patria había lamentado el golpe cívico militar menos de dos años antes y el nuevo régimen comenzaba a asentarse en su perspectiva. El quehacer deportivo acusaba sus efectos, que el connotado dirigente Isaac Froimovich (Q.E.P.D.) definía “como el período más bajo de su historia”, acusando la falta de medios como causa principal de esta triste realidad. Lo triste era que la definición del momento era más que acertada. Las estadísticas la reflejaban con crudeza. Solo 64 deportistas lucieron los colores patrios en la capital mexicana, sede por segunda vez de la cita, forzada precisamente por la deserción de Chile a esa responsabilidad que había asumido en 1969. La organización en casa había proseguido superando los avatares propios de la contingencia, pero las autoridades precisaron que la falta de recursos tornaba imposible su realización en casa.  Más, la verdad era otra. El temor al boicot de importantes países a la competición como rechazo al gobierno militar.

La principal consecuencia era temida. El fracaso competitivo de nuestros exponentes. Así aconteció. En el medallero de dichos Juegos solo figuran dos preseas en poder de chilenos. Fernando Vera en la persecución individual del ciclismo y Leyla Musalem en el tenis femenino. Magro saldo que situó a nuestro país en el puesto 19 de la escalerilla panamericana, el más bajo de todas sus presentaciones en este nivel hasta nuestros días.

Poco que recordar deportivamente -salvo la campaña de Leyla que me tocó seguir- dentro de un peregrinaje por variados escenarios en pos de resultados positivos que nunca llegaron… Y, por supuesto, reconocer que Ciudad de México pudo asumir su tarea porque la cita de 1951 le había dejado el beneficio de escenarios adecuados no solo para espectáculos sino para su fortalecimiento deportivo. 

Algo que también nuestra patria recibirá tras Santiago 2023.